Testimonio

 Hace unos pocos años que había comenzado una nueva vida en Cristo, pero nunca pude olvidar a los quedaron viviendo en la oscuridad donde había estado tanto tiempo, y entre ellos, a los privados de su libertad.A menudo he visitado penales donde se alojan amigos de entonces. El Señor Jesùs anda entre todo pabellòn repleto de condenados por la sociedad y por las leyes humanas, entre los que muchos consideran perdidos, entre los reincidentes, èl atraviesa todo muro y traspasa las rejas buscando corazones arrepentidos. Ante ellos, se conmueve y les hace sentir su presencia, porque la puerta del corazón es la única que èl no traspasa sin permiso, no entra por la fuerza. Solo la toca, hace su llamado en las fibras màs ìntimas del mismo y ese preso o carcelero lo sienten y se quiebran.La palabra de Dios expresada por ex convictos y por presos, encerrados físicamente pero libres en Cristo, produce un bendecido efecto y conforma este ministerio.Es verdad que las personas nos puede señalar por el desorden pasado, pero no por eso, ni por no tener todo en regla, vamos a estar callados. Todos los cristianos recibimos en envìo de predicar el alegre mensaje de salvación, estemos en la situación que estemos, en donde nos hallamos metidos o donde hemos ido a parar. Dios no mira como mira el hombre, los hombres miran lo exterior, se dejan llevar por la apariencia, pero Dios mira el corazón, el corazón cristiano, y regala dones para servir entre su pueblo. Cuando un corazòn cristiano siente en lo profundo de su ser el llamamiento divino y dones para brindarse a otros, se convierte por libre voluntad en un siervo o sierva del Rey de reyes y le servirà entre su pueblo y en los que aun han de agregarse. Lo harà en el dòn que haya recibido de lo alto (Ef.4;11) y las personas le llamaràn mi servo o por el dòn que se manifieste a travès del Espìritu Santo,(1 Cor.12;4,7) y le seguiràn señales (Mr.16;18)para que todos sepan que su cobertura verdaderamente viene del Señor. Entonces para servir a Dios, no necesitamos que ningùn superior humano, por mucha fe que tenga, por su trascendencia o experiencia, pueda nombrarnos en puestos, cargos, tìtulos, ni decidirnos un rango, ni que nos otorgue permisos, ni que debamos dar explicaciones para cumplir nuestro encargo, y menos aun que se nos interrogue a fin de restringirnos basàndose en el incumplimiento de alguna ley o mandato del antiguo pacto que quedò abolido. Bajo mandamiento nuevo estamos (Juan 13;34); "Amaras al Señor con todo tu corazón y a tu prójimo como a ti mismo"(LC.10;27).En ese sentir se crea este espacio y servicio al que llamamos; Ministerio Corazòn Cristiano